Con su elegancia, el Cisne evoca intuición, pureza, ligereza y fidelidad. Su imagen aporta belleza, deslizándose por las aguas, elegantemente en equilibrio. No por casualidad, el cisne ha protagonizado mitos, ballets, poesía y muchas otras formas artísticas que llenan nuestra imaginación.
Además, la existencia de estos seres alberga otros refinamientos: alcanzan altos vuelos y cantan. Se adaptan a las multitudes, pero consiguen replegarse sobre sí mismos, arraigados a su intuición y al equilibrio entre el espacio colectivo y el interior.
Así, nos inspira a prestar atención a los instintos, la fidelidad, la asociación y la unión. Durante 70 años este simbolismo del Cisne ha servido de inspiración y guía a nuestros principios de innovación, pionerismo, calidad, ética, lealtad y respeto por las personas, que definen lo que hemos sido, lo que somos y lo que seremos.
La primera gran salina brasileña fue creada en 1828, en Cabo Frío, por un agregado militar alemán, tras recibir la concesión de tierras del emperador Pedro I.
A principios del siglo XX hubo un gran aumento de las zonas de extracción de sal con la llegada de salineros portugueses, impulsados por el interés de producir sal en la región para abastecer el mercado interno brasileño.
Se establecieron varias salinas en la región y así comenzó la producción de sal en Brasil.
La refinería tiene una plantilla de aproximadamente 500 funcionarios y una capacidad de producción de 20.000 toneladas/mes.
Además, la marca Cisne es conocida y reconocida como referencia en sal en el mercado brasileño, por los consumidores y sus clientes industriales. Además, exportamos nuestros productos a diferentes países.
Estamos muy orgullosos de formar parte de la historia de las familias brasileñas.
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